2 de julio de 2009

Moraleja; el que no la quiere la deja.

Siempre encuentro buenas razones para lamentarme:

Puedo lamentarme de lo que hice o no hice, de lo que pude haber hecho; de lo que dije en el momento impreciso o lo que pensé y no expresé en el momento debido. Lamentarme de ser patológicamente sensible a la imposición de lo que me rodea, del mundo en que se vive, de lo que me ha tocado en suerte... o mejor, para decirlo amablemente, en una palabra, lamentarme porque me revienta la cir-cuns-tan-cia y tener que coexistir con ésta.

He repetido varias veces la palabra -lamento-. no es elegante, pero en cambio muestra muy bien lo que me pasaba. Una víctima de la "lamentosidad", es evidente. Lamentarse es fácil, es algo aceptado y fatalmente incorporado, algo que no se vive ni se analiza porque es así... inútil y carente de todo sentido.
Arriesgarse cuesta, me complica. De vez en cuando - y ahora la mayor parte del tiempo - me gusta acercarme al límite inclinada de puntillas a esa orilla que a veces tanto aterra; me gusta tomar ese impulso que siempre es tan necesario... y así, de la nada me veo saltando, sin pensar lo estoy intentando y lo mejor de todo es que en esta ocasión la reflexión no precede a la acción. Esta vez salto sola, renuncio a toda preocupación, me desprendo de todo miedo que limite mi intento. eso sí, hay algo que todavía conservo - no lo niego - aún cargo conmigo unas pocas ilusiones, las únicas capaces de mover a sus fieles: las ilusiones y no las verdades. Ahora me adueño de un mundo nuevo, de pronto me encuentro disfrutando la aventura... ironías de la vida, sin tener nada... tan sólo abrazo a la concreción de la nebulosa y aún así me siento plena.

Finalmente el tiempo deja de ser inapelable. al fin! la ausencia de todo representa un verdadero triunfo., al fin! el péndulo cumple su vaivén instantáneo y me hace comprender que cuando la vida te ofrece un sueño que supera ampliamente cualquiera de tus expectativas no es razonable lamentarse de su conclusión. La vida me ofrece su mano, me anima a encontar el acceso a una posible ruta, me colma de esperanzas y perspectivas. Así que pienso : ¿lamentarse para qué?, ¿lamentarse de qué?. Atreverse es mejor. quizás, para muchos atreverse es una expresión bastante primitiva para alcanzar universalidad... pero para mi es el anhelo que supera mis expectativas, es lo bastante buena para que a partir de ella comience a construir mi propia historia. ººººººº

No hay comentarios: